En las ribereñas tierras de Almonte, donde las aguas susurran historias pasadas, Elisabeth y Andrés comparten un amor tan verdadero y puro como el propio río. La ermita de San Benito y San Blas de Casar de Cáceres, es testigo de su unión y de los pasos que darán juntos en la Zona de Bando. Allí, donde la vida fluye con la misma fuerza que el río, han sido bendecidos con una hija, cuya belleza es reflejo de la tierra que la rodea. En este paisaje, donde cada atardecer pinta nuevos sueños en el horizonte, las lágrimas se convierten en ríos de sentimientos profundos, y los nervios, en el suspenso emocionante de lo que está por venir.